¿Debería la música siempre tener un propósito más allá de la simple expresión? En estos tiempos en los que somos bombardeados desde todas direcciones con proyectos, ¿sigue habiendo cabida para obras que su única aportación al bagaje musical son sus buenas intenciones y sinceridad? ¿Es obligación de los músicos, al menos tratar, de romper paradigmas con cada lanzamiento que hacen?
La respuesta variará dependiendo de la razón por la cual cada persona escuche música, pero, mientras se llega a una conclusión, Un rêve ha podido lanzar una versión en vinilo de su más reciente obra: Como árboles al cielo... encuentro.
El compositor capitalino ha forjado una longeva carrera -acercándose a su primera década- gracias a sus afables creaciones, las cuales se apegan bastante a la sofisticada timidez de proyectos como Sigur Rós, The Album Leaf, Hammock, Eluvium, con sus obligatorios teclados tocados con languidez, cálidas guitarras que emanan melancolía bañada en esperanza y cadencias que se desenvuelven como una ondulante aurora boreal en una gélida noche. Al igual que esas agrupaciones, la sensación que da escuchar Un rêve es la de estar totalmente aislado en un lugar desconocido, pero cautivante y majestuoso. Estás perdido, pero no importa, pues lo que te rodea resulta más encantador de lo que esperabas.
Este álbum no es la excepción, pero, a pesar de guardar numerosas similitudes con el sonido ambient que empezó a predominar desde el momento en que las legiones de jóvenes músicos se compraron un sintetizador y se enfocaron en aprender a jugar con sus pedales más que con sus instrumentos, Como árboles no se siente totalmente atrapado en el pasado, pues hay bastantes detalles anacrónicos pululando al fondo de algunas de las piezas. El común denominador es la calma y serenidad, pero el autor arremete contra este sentimiento de manera discreta, con ligeros detalles disonantes y loops distorsionados que rompen el sosiego por sus tétricas texturas que parecieran desmoronarse con cada repetición.
Los tracks no resultan amorfos a pesar de no contar con una base rítmica que las dote de un cuerpo. En algunos casos hay pulsaciones que siguen un tempo, y las repeticiones crean un patrón fácil de seguir. Las estructuras son reconocibles y, hasta cierto punto, resultan típicas para el género. Los cambios de compás o de tempo son casi inexistentes; en su lugar, Un rêve opta por hacer crecer sus piezas al ir añadiendo reverberantes capas sonoras.
En algunos casos, una de las secuencias repetitivas se ve afectada por un ligera oscilación de pitch, y son precisamente estos detalles los que le dan personalidad a la obra de este artista sonoro. Queda claro que ese no es un aspecto totalmente inherente a este compositor -jugar con la ambivalencia entre la serenidad y la intranquilidad es un truco bastante viejo- pero sí aportan a que la obra no se sienta tan plana y predecible; son ligeros shocks que sacuden al escucha. "El Destello Oculto en las Hojas" y "En el Silencio se Escuchan Ecos" son dos temas que, de no ser por estas tenues desviaciones, pasarían desapercibidos. Ambos cortes tienen una estructura similar y evocan un sentimiento tan parecido entre sí, que bien podría tratarse de diferentes stanzas dentro de una misma pieza. Al mismo tiempo, el abuso de este recurso, aunque es sutil, sí llega a tornarse cansado conforme avanza el álbum, y para el penúltimo tema -la meditativa "La unión de los mares"- estas titilantes deformidades dejan de sorprender, pues terminan por mimetizarse con los elementos que las rodean.
El momento más interesante comienza con "Hado", un track en el que unas persistentes notas se empujan la una a la otra, en una secuencia que se mueve ansiosa pero taciturna hasta desembocar en un galvanizante estruendo de overdrive; se siente fuera de lugar, pero le agrega intriga a la experiencia. Al teclado se le van incorporando diferentes texturas y sonidos que parecieran tener la intensión de frenarle el paso y detener su trayecto, pero este toma fuerza poco a poco, cada vez sonando más como un acorde y no a una nota acompañada por su eco, logrando reafirmar su presencia evitando ceder ante los obstáculos. Es un pasaje bastante inspirador que toca diferentes fibras emocionales en menos de 6 minutos.
Este nivel de complejidad emocional no se vuelve a repetir, y el resto del álbum corre cuidadosamente dentro de los límites impuestos por los clichés del ambient y el lado más etéreo del post-rock -no causaría sorpresa que varias canciones terminaran con un explosivo crescendo acompañado de tremolo picking- sin embargo, negar el impacto emocional de este LP significaría estarse esforzando demasiado por sólo resaltar las áreas de oportunidad. Ignorando la similitud con otros proyectos, este compositor triunfa al crear piezas que logran colarse por los poros hasta llegar sistema límbico, asegurándose de que, si van a generar sólo un estado anímico, lo harán con fuerza y tirando desde el núcleo.
Un rêve siempre ha dejado claro que sus creaciones son completamente viscerales y que sus intensiones están lejos de querer romper los moldes establecidos para este tipo de música; es un simple ejercicio catártico. Un diario en el que se plasma a manera de sonidos las palabras que no se pueden pronunciar sin que la emoción gane.