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Beirah

Comunión


SCORE: 7 Pelícanos de 10

 
 
 

Comunión denota un crecimiento considerable para Beirah, y sin duda alguna se trata de un álbum más interesante que su predecesor; sin embargo, la agrupación sigue saturando sus canciones con demasiadas partes.

En lo que respecta a bandas locales de post-rock, Beirah siempre ha sido la más ambiciosa. Claro, el estándar impuesto por otros proyectos no es muy alto, pero esta agrupación al menos ha intentado expandir su sonido, infundiendo su dramatismo post-rock con la naturaleza cerebral del rock progresivo. También ha demostrado una inclinación a un sonido más pesado y sus canciones tienden a ir más allá de la dinámica loud-quiet-loud, esa que adineradas agrupaciones de crust o de post-metal tienden a favorecer. En su lugar, optaron por conectar sus polifacéticas composiciones a través de intrincadas transiciones, cada una más compleja que la anterior, lo que culminaba en un cúmulo de diferentes secciones, de las cuales unas podían ser interesantes y otras un tanto tediosas. Al igual que una película con demasiadas tramas secundarias, Beirah fallaba en poder comprometerse con una sola idea, yendo de la parte A a la parte B hasta recorrer todo el alfabeto, sólo para demostrarnos que su rock era tan prog como era post.

Este sigue siendo el caso con su nuevo lanzamiento, Comunión, pero este muestra un crecimiento considerable, haciendo que sea un álbum mucho más interesante que su predecesor, el cual carecía de punch, emoción y simplemente no lograba demostrar nada más allá de una buena capacidad de retención por parte de los integrantes. En ambos casos, si no se está revisando el tracklist mientras se reproduce el álbum, puede resultar sorprendente descubrir que, no, no acabas de escuchar 30 canciones seguidas en menos de una hora.

     Escuchar a Beirah es casi como tratar de acariciar a un gato salvaje: una vez que se encuentra el punto exacto, todo es ronroneos, lamidos y arrumacos; pero para llegar a eso, debes sufrir algunos rasguños y mordidas. La agrupación termina arrojándole tantos elementos a una sola canción, que, por default, el escucha seguramente encontrará una barra o dos que capten su atención y ,siendo totalmente justos, a Comunión le sobran partes contundentes. El problema es que, en algunos casos, llegar a estas no se siente tan gratificante, debido a todo lo que se les interpone. No es porque lo que se esté tocando sea malo, pero es difícil tratar de enfocarse en un pasaje cuando este sólo dura algunos segundos y no se vuelve a repetir.

La ambientación al comienzo de "Himnos Arcanos" rápidamente da paso a una sección que suena como "Take the Veil, Cerpin Taxt", para después hacer otra transición a un palpitante riff muy al estilo de Pelican. A partir de ahí, tenemos que esperar por unos minutos a que la batería, las inquietas líneas de bajo y esas guitarras serpenteantes se detengan, para llegar al obligatorio interludio donde reina la calma. Aquí, la banda demuestra que si pudiera apegarse a una sola idea y realmente trabajara en hacerla crecer, podrían llegar a crear piezas épicas. La forma en que este crescendo evoluciona lenta y bellamente, hace que al entrar los acordes, lo hagan con tanto ímpetu, que a pesar de no tratarse de la parte más pesada ni más técnica del álbum, su presencia resulte imponente.

"El Equilibrio del Caos" es otro punto alto debido a su moderación. Incluso resulta fácil pasar por alto ese breve -pero descarado- robo a King Crimson que se presenta a mitad de la canción, porque todo lo que le precedió y lo que le sigue tiene cohesión; se puede descartar fácilmente como un simple guiño a sus raíces progresivas.

Las influencias -en cuanto a géneros- siguen siendo bastante claras, y es posible que debamos esperar algunos álbumes más para que Beirah pueda encontrar un sonido más distintivo. Mientras tanto, tendremos que conformarnos con esos aplastantes riffs de guitarra y gruesas líneas de bajo, porque si hay algo que hace que la banda se destaque, es que sabe cómo crear partes pesadas sin hacer que estas se vean mermadas por los clichés del metal. Comunión también los ve estar aprendiendo a recurrir más a los matices y a la creación de atmósferas, y el resultado es bastante bueno. "El mar no rechaza ningún río" tiene un brillo que resplandece con profundidad, y la claridad de los instrumentos tiene una presencia rica y llena de textura.      

Afortunadamente, la agrupación no lleva sus proezas aprogbáticas al extremo, por lo que las composiciones fluyen de manera lineal; el que no sean estructuras demasiado angulares ayuda a absorber sus eternos cambios con mayor facilidad, y esto se agradece, especialmente en las pistas más largas que es cuando Beirah tiende al abuso.

La ambición es algo bueno, ya que obliga a los artistas a avanzar y no quedarse estancados, y si fracasan, el público puede estar de acuerdo en que, al menos, intentaron entregar algo diferente. Por suerte, no podemos decir que Beirah haya fallado, pero aún están encontrando la manera adecuada de transmitir todas esas ideas que circundan su inconsciente colectivo.