Nick Storring

Newfoundout


SCORE: 10

 
 

Newfoundout es una abundante fuente de texturas, sonidos y estilos, en la que siempre se revela algo nuevo. A pesar de implicar cierto reto para la audiencia, la postura de Storring no es aislacionista, sino al contrario: alegremente nos invita a acompañarlo al mundo que está creando.

Mezclar la formalidad con la experimentación no es algo nuevo para el artista canadiense Nick Storring -quien, con este álbum, ya se encuentra en su séptima entrega- pero, lejos de que las creaciones que adornan esta placa se puedan considerar como una muestra de estancamiento, éstas fungen más como una síntesis muy bien lograda de lo que se puede hacer con el sonido, tanto en su estado puro, como en su lado más estructurado.

Todo empieza con el inconfundible vibrar de unos platillos que contrasta con algo menos familiar: lo que pareciesen ser láminas siendo dobladas y manipuladas en cierto ángulo para que emitan un sonido opulento con su distintivo timbre metálico. Al cabo de unos segundos, se van añadiendo más instrumentos y objetos, hasta que quedamos en el centro de un vaivén de sonidos discernibles y resonancias misteriosas que se entrelazan formando un abundante manantial de manifestaciones sonoras. Esta copiosidad es constante y se mantiene durante todo el álbum.

Las piezas está muy bien equilibradas, pues Storring logra mantener el balance entre estructuras amorfas pero que llevan un rumbo fijo, entre lo musical y lo meramente tímbrico, así como entre la improvisación y lo previamente determinado; todo se siente como un ensayo académico pero al mismo tiempo refleja una curiosidad inocente y modesta. Los momentos de completa abstracción se complementan con pasajes en los que aflora un toque folclórico (“Frood”, “Dome Extension”) o incluso un ligero jugueteo con dinámicas propias de géneros electrónicos, como en la genial “Vroomanton”.

Nick aprovecha los timbres y propiedades sonoras naturales de cuanto instrumento utilizó, haciendo que Newfoundout tenga profundidad y volumen inmensos, sin mencionar la infinidad de detalles que se crean con el choque de frecuencias, reverberaciones naturales, o del simple hecho de darle un uso diferente a los instrumentos y objetos. Siempre hay algo nuevo revelándose en cada track, haciendo que el álbum sea bastante accesible sin sacrificar el espíritu aventurero que viene de la mano de la improvisación y la exploración aural.

Storring no sólo abre una abundante fuente de texturas, sonidos y estilos, sino que la parte anímica también es extensa y variada. No obstante, su mayor logro es hacer que estos cambios de humor no se sientan forzados; las piezas se mantienen en movimiento constante, lo que implica que sus matices emocionales irán cambiando y evolucionando como resultado de su evolución. Nick se muestra muy apto para manejar cambios y transiciones de manera natural: Los pasajes densos -y en algunos casos, un tanto agobiantes- se mezclan sin problema con aquellas instancias en las que todo explota en tonalidades pastel y viceversa; esta es una obra orgánica en todo el sentido de la palabra.

Cada que terminaba de escuchar Newfoundout (y lo escuché bastante), algo me impulsaba a levantarme, ir a otra recámara y ponerme a tocar (aunque, obviamente, el resultado era completamente inferior). Este es uno de los álbumes más inspiradores que he podido escuchar este año, pues nos muestra todo un mundo de posibilidades sonoras, y lo hace sin caer en la redundancia, ni en esa indulgencia y pretensión por la que mucha experimentación suele orbitar. A pesar de que estas piezas implican cierto reto para la audiencia, Nick Storring no toma una postura aislacionista ni abiertamente retadora, sino al contrario: pareciera que, alegremente, nos invita a acompañarlo al mundo que está creando.