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Jaga Jazzist

Pyramid


SCORE: 7.5 de 10

 
 

Jaga Jazzist regresa con un buen álbum, pero que desafortunadamente no logra enganchar. El octeto sigue siendo uno de los proyectos más idiosincrásicos que existen, y aunque no parece que sus recursos se estén agotando, sí dan la impresión de estar tomando un descanso de toda esa variedad que solían ofrecer en un sólo disco.

Como... "crítico", no creo tener permitido decir cuándo un artista es de mis favoritos, ya que puede dar la impresión de que la objetividad no estará muy presente en la reseña. Si esta resulta negativa, se puede tomar como el resultado de expectativas irracionalmente altas; si es demasiado positiva, podría considerarse como una opinión bastante sesgada. Pero, si estoy abriendo con este prólogo, es mejor aceptarlo de una vez: Jaga Jazzist es una de mis bandas favoritas. La vez que pude verlos en vivo fue trascendental (pueden escucharme gritar “woo!” en este video): son enérgicos y atraen al público sin ser histriónicos; tocan con precisión pero no con rigidez, y son capaces de inyectar un tipo diferente de energía a sus canciones, un punch que pasa desapercibido en sus álbumes de estudio.

Podría continuar, pero debo mantenerme profesional. No hace falta decir que siempre he tenido en alta estima a esta banda debido a su ambición por explorar diferentes sonidos para incorporarlos a su léxico jazzero; realmente logran hacer que el jazz suene futurista. Mucho de eso proviene de su estilo de producción, que se ha mantenido similar a lo largo de su carrera. La mayoría de sus discos suenan casi robóticos -con la excepción de What We Must (2005)- hasta el punto de que cuando los escuchas en vivo es asombroso saber que pueden replicar su material sin ningún problema.

Hasta este punto, la banda ha establecido un sonido reconocible: una hermosa mezcla entre Tortoise, Stereolab, Gentle Giant, Frank Zappa y guiños a Warp Records, pero se han podido mantener frescos en todo momento. Todo lo que logran en un álbum se vuelve más sólido en el siguiente, y hasta ahora ha sido un crescendo de innovación. Pyramid -su último lanzamiento después de Starfire (2015)- cumple con la mayoría de los rubros, pero ahora suenan demasiado cómodos, como si estuviesen atrapados dentro de sus propios límites. Los diferentes estados de ánimo y la variedad que la banda podía ofrecer en un sólo álbum se han ido; en cambio, nos dejan con un conjunto de canciones en su mayoría similares, que se sienten más como b-sides pertenecientes a la transición de One-Armed Bandit a Starfire.

Jaga Jazzist siempre han parecido cósmicos y de otro mundo, pero nunca habían sonado tan espirituales: "Tomita" y "The Shrine" tienen pasajes serenos que podrían remitirnos a los momentos más introspectivos de Sun Ra, y todo el álbum está lleno de brillantes adornos psicodélicos gracias a la combinación habitual de líneas de synth al unísono con la sección de metales. Fuera de eso, tenemos más del jazz vía Tortoise que ha reinado en álbumes anteriores, especialmente One Armed Bandit, pero con un empaque -literalmente- más brillante. Encontrarnos con momentos que recuerden demasiado a temas anteriores, es algo que no solía suceder, o al menos no tan seguido.

El álbum es bueno, pero desafortunadamente no logra enganchar; sin embargo, no se trata de mera música de fondo. En lugar de dar la impresión de que Jaga Jazzist estuviese agotando sus recursos o bajando sus estándares, Pyramid se siente más como si la banda estuviera tomando un descanso. Esta sigue siendo una obra de calidad por parte de uno de los proyectos más idiosincrásicos que existen, y sin duda es de lo más accesible que han hecho, pero es difícil no anhelar aquellas instancias en las que solían descarrilarse. No obstante, este es el sonido de una banda que sabe lo que quiere en términos de la estética general de su música; este es claramente el disco que querían hacer y se nota, ya que fluye con una ejecución impecable y una prístina atención al detalle. Jaga sigue siendo un manjar, incluso si esta vez repitieron ingredientes.