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Kawabata, Pinhas, Mujica, Pereira, Higashi

Alturas


SCORE: 9.3 de 10

 
 
 

Cinco leyendas de tres nacionalidades diferentes se unen para una grabación improvisada que captura fielmente sus puntos fuertes como músicos y narradores aurales. Alturas es una hermosa obra instrumentalmente rica y llena de detalles.

Perú, Japón y Francia. Además de tener la distinción de ser países que nunca visitaré, también comparten el hecho de que han sido enormes epicentros musicales, ya que su efecto e influencia han resonado en todo el mundo. Japón siempre ha tenido esta forma elegante de llevar las cosas al extremo, creando su propia marca de cualquier estilo que decidan tomar, ya sea noise, hardcore, black metal o pop; Francia también ha tenido un enfoque elegante -pero disruptivo- dándonos artistas como Edgard Varèse, Brigitte Fontaine, pero también generando proyectos como Vomir o el colectivo LLN. Perú ha sido el discreto precursor de géneros como el folk-rock psicodélico gracias a los seminales El Polen, e incluso del punk, con las sucias guitarras en manos de Los Saicos. Ahora, estas tres culturas convergen a través de cinco de sus artistas más representativos quienes se unieron para una grabación improvisada que captura fielmente sus puntos fuertes como músicos y narradores aurales.

Para tener un poco de contexto, nos remontaremos a la edición 2017 de Integraciones, un festival de música experimental con sede en Lima: el icónico conjunto nipón Acid Mothers Temple y su enérgica psicodelia compartieron marquesina con el guitarrista y compositor francés Richard Pinhas. Siendo su primera visita a Perú, el curador del festival, Luis Alvarado, consideró que sería buena idea invitarlos a grabar una sesión improvisada con dos iconos locales: el percusionista Manongo Mujica y el frontman y multi-instrumentista de El Polen, Juan Luis Pereira. El resultado fue una mezcla perfecta de sonidos étnicos peruanos mezclados con instrumentos modernos como guitarra eléctrica y sintetizador.

Alturas es una hermosa obra instrumentalmente rica y llena de detalles. Los paisajes sonoros logrados por el quinteto tienen rango y un maravilloso sentido de dirección, pero de ninguna manera sus vueltas son predecibles; no ocultan el hecho de que esta es una sesión improvisada, pero no sería del todo descabellado pensar que estas piezas fueron escritas y ensayadas, especialmente al considerar a las personas involucradas. Tal es la química entre estos músicos, y es algo que vale la pena resaltar, ya que se trata de la primera vez que tocaban juntos. El resultado es psicodelia en su máxima expresión.

"Introducción" puede ser la pista más simple del álbum, pero aun así, tiene bastante profundidad. Pinhas y Kawabata crean una hermosa pared de sonido con sus guitarras para que el resto del quinteto entre lentamente en escena; los tambores redoblan delicadamente, los platillos estallan y el sintetizador suena paciente y discretamente con una presencia etérea, casi imperceptible. Es como si lentamente fueran abriendo la puerta a su mundo, permitiéndonos echar un vistazo a lo que encontraremos adentro. Esta dinámica sigue a lo largo de "Campanas", pero se extiende maravillosamente a través de nueve magníficos minutos de éxtasis drone. La sutil cadencia de sus movimientos hacen que "Campanas" se sienta como una gentil marea, mientras que las campanillas de la India repican como brillantes reflejos en el agua. Sin usar sampleos o grabaciones de campo, el conjunto crea imágenes vívidas a través del uso texturizado de sus instrumentos.

"Andina" destaca la diversidad cultural con los patrones rítmicos de Mujica que se configuran contra una guitarra distorsionada tocando una desafinada escala andina. Suena como una versión mutante de la música folklórica peruana, lo cual le da brinda bastante personalidad, incluso si el concepto en sí no es precisamente nuevo, ya que, en lo que concierne a la mezcla de sabores endémicos con los sonidos modernos del rock, El Polen ya se ha convertido en toda una institución; sin embargo, Alturas amplía aún más las posibilidades que esta combinación puede tomar. En "Charango", el quinteto realiza más entrelaces estilísticos, con Pereira tocando el instrumento homónimo de la canción contra un despreocupado ritmo y loops guitarra. Pareciera como si el quinteto quisiera cerrar el álbum con una declaración: más que una simple fusión, Alturas se trata de integración.

Cada miembro pudo trabajar con -y para- las piezas, aportando su propio estilo pero sin convertirlo en el foco principal de las canciones, pero incluso así, se puede reconocer cada una de sus contribuciones debido a lo bien que funcionan juntas; no hay quien opaque al prójimo porque todos brillan. Pinhas está en su punto más celestial -incluso para sus estándares-; Kawabata y Higashi nunca han sido más hipnóticos, lo cual no debe tomarse a la ligera viniendo del fundador y miembro de una importante agrupación psicodélica. Mujica y Pereira dejan que sus instrumentos se hablen entre sí en un idioma familiar, pero dentro de este contexto, las palabras que pronuncian tienen nuevos significados.

Si bien Alturas podría haberse beneficiado de momentos más orientados al ritmo, sólo tiene mucho que ofrecer cuando se trata de texturas y gran parte de la experiencia auditiva mejorada se debe a la increíble mezcla de Ale Hop, pues logra situarnos en el centro de este ritual sagrado para que podamos apreciar cada manifestación auditiva emanada de las manos de cada una de las personas involucradas; esto es realmente apreciado, ya que parece ser que fue una evento único e irrepetible. Sin embargo, esta naturaleza efímera es parte de su majestuoso encanto; es como poder ver el cometa de Halley pasar por el cielo nocturno mientras las luces del norte se reflejan en un glaciar. Eso me recuerda… Islandia es otro país que no visitaré.