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Oksana Linde
Aquatic and Other Worlds
La artista venezolana-ucraniana, Oksana Linde debuta después de 30 años de empezar a componer en la década de los 80s. Trabajos de archivo como este no son impulsados por una necesidad de explotar la nostalgia, sino por la justicia.
El año pasado, uno de los lanzamientos más importantes que pudimos tener estuvo a cargo de la compositora escocesa Janet Beat, quien después de décadas de una innovadora carrera por fin pudo debutar su trabajo sonoro. Obviamente -y lamentablemente-, ese estreno quedó enterrado bajo el peso de esos lanzamientos que gozan de apreciación colectiva impulsada por la moda. Sin embargo, no se puede dejar de celebrar que por fin se están abriendo los espacios para que aquellas pioneras de la música electrónica y la experimentación sonora, por fin puedan presentar su material al público. En México, el trabajo de una pionera del free jazz como Ana Ruíz está siendo mencionado con más frecuencia, así como la obra de mujeres que están al frente de la vanguardia y lo extremo, tal y como Leslie García, Concepción Huerta, Sarmen Almond, Victoria Carmilla Hazemaze; y ahora, gracias a la siempre atinada curaduría de Buh Records, podemos disfrutar de otro debut tardío, pero no por eso menos importante: Aquatic and Other Worlds, en manos de la artista venezolana-ucraniana, Oksana Linde.
La biografía de Oksana merece su propio apartado, escrito por mejores plumas, pero basta decir que, desde la primera nota, Aquatic arranca con ímpetu, como si su energía hubiese sido contenida por décadas y ahora por fin se le permite desplegarse a sus anchas. ¿Hipérbole? Tal vez. Pero esa interpretación está totalmente justificada al tomar en cuenta que Oksana está debutando estas piezas después de un poco más de 30 años desde que comenzó a componer aprovechando las infinitas posibilidades de los sintetizadores en los 80s. Trabajos de archivo como este no son impulsados por una necesidad de explotar la nostalgia, sino por la justicia.
Bajo un título que no podría ser más acertado, todas las piezas en Aquatic tienen una cualidad submarina, con algunos tracks que parecen sumergirnos a los límites de la zona abisal, mientras que otros nos elevan a la superficie para permitirnos tomar aire. La configuración de los sintetizadores, con lo que parece ser un phaser o flanger, crea la impresión de que cada pieza fuera una señal emitida desde el fondo marino, pero no precisamente de algún cuerpo acuático que se encuentre en nuestro planeta.
Y, claro, ¿qué sería de todo esto sin al menos una pizca de emoción? Afortunadamente, Oksana dota de sensibilidad a toda su obra, con momentos bastante fuertes como la melancolía de “Recordando a Kitaro”, la intriga de “Intromersión” y “Viaje Hacia la Luz”, el asombro triunfante de “Descubrimiento” o lo etéreo de “Nenufar” y “Mariposas Acuáticas”. Aquatic tiene rango y no sólo se trata de experimentos mecánicos (los cuales también pueden llegar a ser bastante intrigantes cuando realmente se está proponiendo algo) lo que lo hace un trabajo bastante accesible, y aunque podrá haber más de una persona que haga comparaciones innecesarias (pero aceptables), lo que hace importante a esta obra es lo que significó en aquel tiempo, en aquel lugar y el hecho de que por fin está al alcance de todxs.