Juan Pablo Egúsquiza
Ruidos Desde la Tierra
SCORE: 7.7 de 10
Como la respuesta de Perú a Okkyung Lee, Juan Pablo Egúsquiza explora los aspectos abstractos e impresionistas del contrabajo. Ruidos Desde la Tierra pone el instrumento bajo una nueva luz, presentando una amplia gama de texturas y posibilidades tímbricas sin la necesidad de efectos.
El potencial oculto de todos los instrumentos musicales más allá de su uso previsto es asombroso, y el acto de explorar estas posibilidades armónicas y de textura subyacentes posee cierto aire de rebeldía. Para mucha gente -y sus estándares limitados- las técnicas extendidas son el resultado de no poder dominar adecuadamente un instrumento: “¿Esa persona está usando afinaciones alternativas no oficiales en la guitarra? Claramente, no deben ser lo suficientemente creativos para escribir una canción con afinación estándar. Es más, ¡probablemente ni sepan cómo afinar! ¡Malditos amateurs!”. Sin embargo, debemos admitir que, incluso cuando ese es el caso, los resultados son, como mínimo, interesantes.
Si bien hay músicos que se acercan al mundo de la exploración de timbre en lugar de la estructura habitual de armonía-melodía-ritmo porque de hecho nunca "aprendieron" a tocar un instrumento, hay quienes lo hacen a partir de la necesidad de encontrar nuevas formas de crear sonido, pues las típicas ya no le resultan suficientes. El artista sonoro y compositor Juan Pablo Egúsquiza, ha estado tocando el contrabajo durante casi una década y siempre ha mantenido una postura fluctuante entre la tradición y la experimentación, siendo capaz de trazar líneas o destruirlas por completo de ser necesario.
En su nuevo LP, Egúsquiza explora los aspectos abstractos e impresionistas del contrabajo. Como una respuesta peruana a Okkyung Lee y su violonchelo, Juan Pablo pone su instrumento bajo una nueva luz presentando una amplia gama de texturas y posibilidades armónicas, sin la necesidad de efectos digitales, sobregrabaciones o postproducción. El título del álbum evoca fuertemente la naturaleza rústica y orgánica de todos los sonidos que se producen y está grabado de tal manera que ningún matiz pasa desapercibido. Incluso algo tan simple como Juan usando sus dedos para pulir el cuerpo del instrumento en “Sexo” crea una realidad aumentada basada en el sonido; es imposible no imaginarse cómo la madera del contrabajo se vuelve más brillante, y poder escuchar al músico lamerse los dedos amplifica la experiencia.
Hay momentos que apaciguarán a los oyentes más sensibles: justo después de la intensidad disonante de “Atravesando El Espacio con una Cuerda”, Egúsquiza recurre a un enfoque un poco más tradicional en la acertadamente titulada “Mantra”, pieza en la que el arco es el centro de atención en lugar de lo que se está reproduciendo. Al igual que las variaciones fonéticas que provienen de una misma lengua materna, “Mantra” muestra las diferentes formas que puede una sola nota puede tomar en función de cómo está siendo ejecutada. “Subir y Caer de la Montaña” es una línea de jazz con un sonido ligeramente alterado debido a que las cuerdas están invadidas por objetos ajenos.
Algunas piezas tienen cadencia y melodía mientras que otras son manifestaciones tímbricas puras, pero la cualidad musical de cada una se dejará a la interpretación del oyente; sin embargo, este conjunto de improvisaciones evoca algo más que una experiencia musical. Al escuchar a alguien como Tosin Abasi, la atención se limita a su guitarra y a las técnicas que pueda estar usando para llegar a su estilo idiosincrásico; lo que ofrece Juan Pablo va más allá de eso, ya que pinta una imagen no sólo de lo que está haciendo, sino de cada elemento que entra en juego para crear los sonidos que escuchamos: los hilos del arco al rozar las cuerdas gruesas, la pesadez del instrumento y su cuerpo hueco, el acabado barnizado. Es una vívida imagen de lo que un instrumento es más allá de su función.
Estos aspectos no necesariamente hacen que el álbum sea mejor que todo lo demás bajo un enfoque más tradicional, pero ayudan a remodelar la manera en que pensamos sobre la música. Este es un activo valioso en estos tiempos de saturación, e incluso si hay proyectos similares, debemos apreciar aquellos que no son intentos fallidos y vanos por ser percibidos como únicos. Pero incluso entonces, podemos estar de acuerdo en que un poco de pretensión puede ser algo bueno cuando está impulsada por ambición sincera. No obstante, con tan sólo 30 minutos, esto está lejos de ser una obra pretenciosa. Además, la variedad de técnicas utilizadas por Juan Pablo -así como la diversa paleta sonora- hacen que la escucha sea bastante entretenida y poseedora de un espíritu rebelde.