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Sly & The Family Drone

Walk it Dry


SCORE: 9 de 10

 
 

Para este lanzamiento, el conjunto inglés ha optado por someter al oyente a la sumisión total con estridentes explosiones, pero no han perdido su lado más sereno: Walk it Dry es duro, abrasivo y con más pulso que su predecesor, pero no por eso menos matizado.

Cuando pones un álbum de Sly & The Family Drone, sabes a lo que te enfrentas: una batería con una amplitud gigantesca y saturada, un saxofón mancillado que enorgullecería a Peter Brötzmann, y texturas electrónicas burbujeantes que marcan la línea entre la calma y la tensión; todo esto es ejecutado con la urgencia e intensidad de alguien retenido a punta de pistola y que su única via de escape fuese tocar lo más fuerte y agresivamente posible. Sly tiene su fórmula y no pretenden soltarla; sin embargo, esto no significa que la banda se repita una y otra vez. Cada vez nos brindan un platillo diferente, incluso si ha sido preparado con los mismos ingredientes.

En su álbum anterior, Gentle Persuaders (2019), la banda trabajó con canciones más largas en las que la intensidad iba y venía a voluntad; se trataba de piezas en crescendo con un amplio rango dinámico, que pasaban de silenciosas a ruidosas, y de realmente silenciosas y a bastante ruidosas. Era una experiencia demoledora pero meditativa. Para este lanzamiento, la Liga de Caballeros Extra Ruidosos, ha optado por someter al oyente a la sumisión total con estridentes explosiones, pero no han perdido su lado más sereno: Walk It Dry es duro, abrasivo y con más pulso que su predecesor, pero no por eso menos matizado.

Desde el principio, el groove de "Black Uniform Strutting Animal" te atrapa, incluso si su ejecución no es tan agresiva como en otras pistas. La intensidad es palpable y altamente magnética. Sin embargo, a medida que la batería se va amplificando, la canción crece en proporciones gigantescas. La fuerza con la que los toms y el bombo retumban con cada golpe, arroja al oyente a la estratosfera sólo para aterrizarle suavemente sobre texturas electrónicas; la caída duele, pero no es letal. "Dead Cat Chaos Magician" es una especie de retroceso a los ejercicios retentivos de Gentle Persuaders, con efímeras explosiones de intensidad que van y vienen hasta que todo converge al final, haciendo que la canción colapse sobre sí misma de una manera fascinante.

"Swearing On The Horns" nos da espacio para respirar mientras que "Bulgarian Steel" nos atrapa de la misma manera que lo hizo el primer track, pero esta vez, todo está saturado desde el principio; el sax traza una línea quebradiza a medida que el feedback oscila en el aire, siendo ahogada por la batería amplificada. A pesar de lo intenso que este metraje ha sido hasta el momento, "Shrieking Grief" arrasa con todo gracias a su mezcla visceral y primitiva de power electronics, free jazz y su ritmo para headbangear. Esta pista marca un parteaguas dentro del álbum, ya que a partir de este momento, el estado de anímico se vuelve más introspectivo. Sly nos guían cabalmente a través de este altibajo, haciendo que el descenso de ese pico, que fue tan alto como fue intenso, se sienta natural, aunque este tenga toques melancólicos e inquietantes.

Uno de los aspectos más destacados del álbum llega al final. "Tsukiji" le da un cierre efectivo debido a su moderación. No hay fanfarrias elegantes o un crescendo predecible que pretenda forzar su . En realidad, es una despedida tranquila y suave que termina todo en una nota inquietantemente triste. ¿Quién imaginaría que esta banda sería capaz de crear un momento tan Tarkovskiano? El contraste es devastador: se siente como caminar solo de regreso a casa después de haber sido partícipe en un hermoso y concurrido evento.

"My Torso Is a Shotgun" fue el sencillo elegido para promocionar el álbum, y aunque tiene sus momentos explosivos, es en su mayoría una pieza tranquila, y, una vez más, muy parecida a lo practicado en Persuaders. Esto deja algo muy claro: A Sly &The Family Drone les encanta jugar con las dinámicas y su manera de hacerlo consiste en llenar el espacio con distorsiones y texturas, para luego dejar que todo se aspire y selle al vacío. Se puede comparar a un ejercicio de hiperventilación, ya que es agotador, pero al final hay una sensación de alivio. Al igual que con la obra de Teatro Holofrénico, la recompensa catártica es inmensa ya que las piezas se sienten primitivas e instintivas debido a la fuerza bruta de su entrega. Esta no es música demasiado compleja, y eso es algo bueno; Sly se deshace de todos los adornos y arreglos innecesarios para que el mensaje se reciba en crudo.