Chicago Underground Quartet
Good Days
SCORE: 8.4 Maynards de 10
La esencia de Chicago Underground Quartet se ha mantenido intacta a pesar de la gran brecha entre su debut y Good Days; esto puede ser tanto una fortaleza como un defecto, pero para crédito de la banda, algunas piezas se aventuran a terrenos inexplorados.
Tool se tomó su tiempo antes de lanzar su último álbum, haciéndonos esperar durante casi 13 años para que, al final, todo culminara en la gran masa de decepción que fue Fear Inoculum (2019); el paso del tiempo sin duda los hizo mejores músicos, pero ciertamente no los convirtió en una mejor banda. Daughters tardó casi 10 años desde su último trabajo -el decente pero divisivo, LP homónimo- para honrar nuestros oídos con su ruidosa fealdad, pero el resultado fue muy diferente; en su caso, el tiempo que pasaron separados realmente los ayudó a convertirse en una banda más unida y sincronizada, y la horrenda obra maestra You Won’t Get What You Want (2018) nació a raíz de esa madurez. Entonces, podemos suponer que el secreto del éxito radica en esperar no más de 10 años para lanzar nueva música, ¿verdad?
Deberíamos preguntar a los buenos amigos de Chicago Underground Quartet cómo se sienten respecto a esa declaración, ya que tuvieron que pasar casi dos décadas desde su debut homónimo en 2001, antes del lanzamiento de Good Days hace unos días. La banda no sólo merece un elogio debido a lo orgánica que se siente su reunión a pesar de este gran intervalo de tiempo, pero, a pesar de algunos deslices, este es un álbum refrescantemente sólido.
Formado en el '94 -por los compositores Rob Mazurek y Jeff Parker- como un taller de permanencia voluntaria para que los músicos entraran y salieran a su antojo, el acercamiento al jazz de Chicago Underground nunca ha sido ni tan académico ni tan deconstrucitvo, pero siempre ha tenido un sonido futurista . El grupo siempre ha manejado cabalmente un balance entre la experimentación y la tradición, y ese ha sido su sello desde sus inicio. A diferencia de Tool (se siente extraño mencionar estas bandas en la misma reseña), cada miembro permaneció musicalmente activo todo este tiempo, creciendo no sólo como solita sino también como miembro de alguna banda, haciendo que esta reunión se sienta bastante casual en vez de percibirse como obligatoria.
Afortunadamente, su esencia como cuarteto se ha mantenido intacta, y la brecha entre los álbumes no parece tan grande, pero esto es una virtud al igual que un defecto: Good Days no suena exactamente como el álbum debut, pero después de casi 20 años, quizás se pudieron haber agregado más elementos. Los inconfundibles acordes arpegiados de Jeff Parker aún se extienden como telarañas sobre las que las líneas de trompeta de Mazurek se mueven, a veces frenéticas y a veces delicadamente; el virtuosismo moderado de Chad Taylor en la batería aún impulsa las canciones con ritmos relajados y una versatilidad que no conoce géneros, pero ahora se sincroniza con los bajo sintéticos de Josh Johnson, en lugar de los trazos del contrabajo de Noel Kupersmith.
Dándole crédito a la banda, algunos tracks se aventuran a terrenos inexplorados. Las dos piezas en solitario, "All the Bells" y "Lomé" -por Mazurek y Taylor respectivamente- son hermosos e introspectivos desvíos que muestran las fortalezas de cada músico. La trompeta de Mazurek suena ansiosa, pero su entrega relativamente tranquila agrega tensión que se mimetiza con los sonidos de fondo; es una hermosa yuxtaposición de estados anímicos. Por otro lado, la pieza percusiva de Taylor es una experiencia onírica, pero táctil, llena de timbre y ritmo.
Ambas pistas tienen una sensación sagrada y vital, como si su inclusión fuera necesaria para mostrar que, en medio de toda la experimentación y vanguardia, todavía hay un impulso espiritual y espiritual en el núcleo del cuarteto. Parker también tiene su momento de gloria en solitario, pero sólo por un breve momento, ya que su delicada secuencia de acordes en "Good Days (For Anna Lee)" pronto es acompañada por los demás, en uno de los momentos más suaves y mejor producidos del álbum; el tono de la guitarra es tan sedoso como su ejecución y entrega.
El aspecto futurista de Chicago Underground Quartet se puede notar en su cover de "Orgasm" por Alan Shorter, aunque este se siente algo rígido en comparación con la versión original. La banda suena caótica cuando tienen que hacerlo, y suave cuando la tensión ha terminado, todo con transiciones limpias, pero se siente demasiado medido; no tiene el sentido característico de soltura por el que la banda es conocida. Sí logran transmitir un efecto de desmoronamiento a medida que avanza la pista, y si no se está familiarizado con la versión de Shorter, "Orgasm" funciona muy bien como la pista original de Underground.
Cada canción en Good Days rezuma con la química de una banda que claramente hace esto por amor y entrega. Conocen sus defectos, pero los juegan con confianza y disfrute; es fácil imaginar al cuarteto jammear "Strange Wing" o "Unique Spiral" sintiendo la sincronía y cada falla con el mismo aire de curiosidad que hace 20 años. El toque etéreo de Johnson en el piano y los teclados fue una excelente adición al sonido de la banda, agregando una capa diferente a la personalidad de Underground. Definitivamente valió la pena esperar Good Days y es una prueba de que, si no se va a regresar completamente renovado, lo más prudente es mejorar lo que ya se sabe hacer y disfrutar cada segundo. Tool podría beneficiarse al seguir este consejo, y quién sabe, tal vez nos sorprendan con otro ÆNIMA a sus 70 u 80 años.