Vaya Futuro
El Peso del Mundo
SCORE: 7.7 de 10
Vaya Futuro regresa con un sonido innegablemente más maduro, aunque a veces puede parecer que están sobrecompensando. Pero, a pesar de tener elementos que no funcionan, El Peso del Mundo y su sobrada ambición elevan el estándar para el mainstream a nivel nacional.
Vaya Futuro ya son todos unos adultos y quieren que lo notes. Aquellos días en los que solían ser la banda local de shoegaze, mucho antes de que la locura tibia de Cocteau Twins/MBV comenzara a invadir Tijuana, no son más que recuerdos lejanos. A pesar de ser tan cliché como los proyectos que les siguieron, Vaya Futuro siempre mostró más ambición, incluso si han sido algo inconsistentes con ella. La necesidad de distanciarse de ser una banda más de shoegaze los llevó a pasar por drásticos cambios, pero no importa cuán diferente sea el sonido, siempre cargará con el sello de Vaya Futuro. Eso es todo un logro, considerando que muchos proyectos del indie mainstream a nivel nacional no logran generar un sonido propio, y si lo hacen se quedan estancados en él.
La banda ha pasado de alabanza a MBV, al krautrock (obviamente), a indie-rock estándar, a ser un descarado clon de The Flaming Lips (lo que les valió el apodo de "Vaya Tributo"). Ahora, para demostrarnos qué tanto se han alejado de todo eso, la banda ha recurrido a exuberantes arreglos orquestales, temáticas oscuras (aunque esto ha sido una constante a lo largo de su carrera), y una estética muy seria que contrasta con la alegría que solían transmitir incluso en sus momentos más sombríos; al ver sus fotos recientes, incluso pensé que seguirían los pasos de Vyctoria y nos bombardearían con guitarras distorsionadas, feedback y éxtasis drone, lo que no habría sido malo, ya que Vaya Futuro pueden ser realmente buenos al intentar tocar pesado, tal y como lo demostraron en El Hombre Sin Cabeza y la Danza de los Resignados.
El Peso del Mundo es indudablemente una obra con más madurez, pero al igual que un niño que se ve obligado a crecer desde muy temprana edad, ésta se siente desproporcionada. En lugar de servirle a las canciones, algunos de los arreglos orquestales (especialmente en los singles) las hacen sonar como si estuviesen sobrecompensando; en “Talion” vemos a la banda esforzándose demasiado por sonar más oscuros que de costumbre, pero sólo consiguen sonar exageradamente dramáticos (esto aumenta al ver el video). Sinceramente, son los momentos más dóciles los que funcionan mejor, ya que muestran que Vaya Futuro tiene la capacidad de evocar emociones poderosas sin tener que depender demasiado de una entrega o arreglos exagerados.
Las voces son variadas y diferentes en cada canción, pero este siempre ha sido el elemento frágil de la banda, especialmente cuando Luis (voz, guitarra, piano) insiste en mantenerse dentro de un registro alto como en “Florecer / El Eremita”, lo cual hizo que terminar la canción fuese todo un pestiño. Las inflexiones y melismas utilizadas a lo largo del álbum son lo suficientemente agradables, aunque terminan volviéndose repetitivas. No obstante, hay grandes momentos líricos, especialmente en temas como “Heima”, “(((O)))” y “Luciferina”, que, de nuevo, sirven como prueba de que la banda está en su mejor momento cuando muestra más sencillez.
No podemos culpar a una banda por volverse loca con las capacidades sónicas e instrumentales que tienen a su disposición (si puedes costear tener un cuarteto de cuerdas en tu álbum, date vuelo); es sólo que, a veces, tanto los artistas como el público piensan que la abundancia de recursos hace que un álbum sea bueno, cuando no siempre es así. Pero, siendo justos, incluso al tener elementos que no funcionan, hay excelente diseño sonoro (“Heima” y “Sosiego”) y si despojamos las canciones de todo adorno, la mayoría podría sostenerse por cuenta propia. Sin importar el resultado, Vaya Futuro es una de las pocas bandas que siempre nos tendrá tratando de adivinar cómo sonarán, y eso es más que suficiente. En ese sentido, El Peso del Mundo eleva el estándar para el mainstream a nivel nacional gracias a su sobrada ambición.