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Amine Mesnaoui/Ignaz Schick

Noise of the World


SCORE: 8 liturgias de 10

 
 
 

Mesnaoui y Schick crean un peculiar híbrido musical al fusionar elementos ancestrales con texturas modernas, pasajes sublimes con disonancias aterradoras y crear movimiento alrededor de amenazantes drones. Noise of the World evoca el contraste a través del equilibrio.

La tradición puede ser algo hermoso, pero el cambio es inevitable y en muchos casos -si no es que en todos- es necesario. Romper con las costumbres puede ser difícil, ya que los patrones que solían brindar comodidad y un sentido de pertenencia se han modificado, alterando desde la vida cotidiana hasta el sentido de identidad. Es por eso que la adaptación y la autenticidad (en su significado sartreano) son cualidades invaluables: la adaptación nos ayuda a sobrellevar cualquier cambio, sin importar cuán drástico, y la autenticidad mantiene nuestra individualidad intacta, sin importar el entorno y las circunstancias.

En cuanto a la música, este proceso de separarse de los estándares ha sido clave para su evolución. Los músicos toman de lo tradicional poniéndole su propio toque, creando así una nueva normalidad que, a su vez, mutará en otra cosa, ad infinitum. Sin embargo, hay tradiciones que se niegan a desaparecer, pues algunos sectores de la población mundial aún tienen un gran apego con todas esas prácticas milenarias, y la idea de sacarlas del contexto al que estaban destinadas es especialmente desalentadora, pues la mayoría son vistas como sagradas. Afortunadamente, a pesar de su fuerte carga religiosa, la música Gnawa no ha sido sometida a tal escrutinio, y hemos podido disfrutar de estos ritmos en un entorno secular.

Esto fue benéfico para el compositor experimental Ignaz Schick, quien ha estado documentando gran parte de sus colaboraciones a través de sus archivos Zarek y el más reciente de estos lanzamientos lo ve emparejándose con el pianista Amine Mesnaoui, quien pudo infundir sus aportes con un uso deconstruido de la música Gnawa, creando un peculiar híbrido musical al fusionar estos elementos ancestrales con texturas modernas, yuxtaponiendo pasajes sublimes con aterradoras disonancias y creando movimiento alrededor de amenazantes drones. Noise of the World evoca el contraste a través del equilibrio.

Estas piezas se grabaron en el 2012 en un lapso de dos días, y muestran el característico enfoque abstracto de Schick, con sus estructuras amorfas creadas a partir de técnicas extendidas para tornamesa y la manipulación de objetos. Estas se asientan como una denso niebla para que la ejecución suave y expresiva de Mesnaoui se abra camino. Cada nota emitida por el piano desafinado, Fender Rhodes o el clavecín es esencial y resuena fuertemente en medio del polifacético caos en manos de Schick.

Hay algo en la cadencia de cada pieza que las hace sentir ancestrales y sagradas, y aquí es donde entra en juego el equilibrio: el dúo no sólo reproduce patrones rítmicos Gnawa sobre paisajes sonoros experimentales; no se trata de un simple collage estilístico, pues en realidad están creando su propia versión de estas prácticas rituales. Es posible que las canciones no se hayan ejecutado dentro del mismo contexto que dicta la tradición, pero sí logran evocan ese sentimiento. "Ifas" establece esta experiencia ritual con su ritmo punzante envuelto en una aguda nota pedal, que luego desaparece, dejando espacio para que frecuencias más bajas se manifiesten. Es deliciosamente hipnótico hasta que el sonido de un cristal estrellándose nos saca del trance.

Naturalmente, la repetición se usa en todo el álbum, pero nunca se vuelve agotadora debido a la alta gama de matices que se manifiestan; también hay un alto nivel de dinamismo y química entre los diferentes estilos de Ignaz y Amine, incluso cuando la mayoría de las texturas y sonidos provienen del lado de Schick. Sin embargo, esto no es un ejercicio indulgente; cada detalle está ahí para enaltecer la experiencia de cada pieza. Mesnaoui, por otro lado, tiene una presencia muy limitada, pero es contundente y necesaria; "Nat-Nat" es un gran ejemplo de cómo la elegancia del pianista es un excelente contrapunto a las maquinaciones obtusas de Ignaz, sin comprometer su naturaleza experimental.

Si se revisa la lista de canciones antes -o mientras- se escucha el álbum, es posible que la duración del track final (casi 22 minutos), cause angustia; afortunadamente, esta es una de las piezas más dinámicas que Noise of the World ofrece. Un frenético clavecín marcha en espiral hacia la locura, mientras agrietadas texturas y glitches se apilan uno encima del otro; por más que uno intente despegarse o alejarse, es imposible. En este punto, esta dupla ya nos tiene bajo su hechizo, pero deciden liberarnos con gracia, ya que la segunda mitad de la canción es más sutil y tranquila. Lo que Mesnaoui y Schick lograron en esta colaboración va más allá del arte sonoro o la música: han creado un nuevo credo junto con su propio conjunto de liturgias.