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Anáhuac

ascua


SCORE: 7.7 Russolos de 10

 
 
 

El trío compuesto por Juan García, Chris Cogburn e Ignaz Schick sigue expandiendo sus exploraciones aurales a través de la improvisación no idiomática.

El arte sonoro es una bella paradoja, pues este trabaja con el sonido fuera de un contexto musical, pero al mismo tiempo resulta casi imposible mantenerlos separados. Muchos exploradores del fenómeno aural comenzaron como músicos tradicionales que en algún punto sintieron la necesidad de incurrir más allá de las estructuras melódicas, patrones rítmicos y otros elementos tradicionales, para ofrecer una experiencia que trascendiera las restricciones del lenguaje musical.

Tal es el caso de Anáhuac, trío conformado por Juan García (contrabajo), Ignaz Schick (tornamesas, sampler, electrónica) y Chris Cogburn (electrónica, percusiones) quienes desde el 2016 se han valido en su totalidad de la improvisación no idiomática para proponer una nueva manera en la que el público pueda abordar el sonido como un arte.

De sus tres lanzamientos con Astral Spirits -dos de los cuales vieron su estreno este 14 de febrero- ascua es el que contiene su material más reciente: estas sesiones fueron grabadas en el 2018, a diferencia de lo que escuchamos en Anáhuac, que fue grabado en 2016, y realmente se puede apreciar cómo es que la química entre los tres involucrados se solidificó gracias a todo ese tiempo que pasaron conviviendo en el escenario y el estudio. Ascua presenta piezas más concisas sin sacrificar el lenguaje que el trío ha estado construyendo desde su formación hace ya cuatro años.

Que esta obra lleve ascua como título resulta bastante apropiado, pues ambas piezas van tomando fuerza conforme se les van añadiendo elementos, tal y como si se tratase de una fogata sonora; se puede apreciar un efecto de estática que persiste durante todo el álbum -como el de un disco de vinilo empolvado- que efectivamente emula el sonido del fuego consumiendo algo lentamente (como podemos apreciar en “scoria”) o bien podría tratarse de un líquido llegando a su punto de ebullición, tal y como se escucha en el clímax de “sudar”. Sin embargo, Anáhuac ha encontrado la manera de trabajar con menos elementos lo cual resulta bastante efectivo, pues eso aumenta el nivel de inmersión al hacer que cada detalle y cada matiz sea más notorio.

Los aportes de cada miembro son mínimos, pero vitales. No se trata de una demostración de virtuosismo ni de un desconsiderado ataque sensorial: el propósito no es trazar complejos contornos melódicos o armónicos, ni la cuidadosa y metódica confección de típicos patrones rítmicos, sino una fusión en pro de la textura y la exploración de las posibilidades tímbricas de cada herramienta utilizada, siempre manteniendo el equilibrio y viendo hacia un rumbo fijo.

Podemos percibir sonidos reconocibles, como el contrabajo de García, pero en lugar de que este luche y trate de abrirse camino entre el caótico collage creado por los sampleos y la electrónica de Cogburn y Schick, Juan opta por sumarse a la vorágine por medio de técnicas extendidas para el instrumento. Se pueden apreciar breves líneas tocadas con un arco, pero las cuerdas parecieran estar infectadas por algo que les impide sonar como es lo esperado; de igual manera, los redobles que Cogburn ejecuta en los primeros minutos de “scoria” suenan más atmosféricos que percusivos.

Tanto en Anáhuac (2020) como en Y_y (2016) las piezas tenían un aire de soundtrack; incluso, debido al uso de samples, podía llegar a dar la impresión de ser la musicalización en vivo de algún film. Lo que el trío nos presenta en esta placa tiene un sello más distintivo. Aunque su naturaleza es completamente abstracta, tanto "scoria” como “sudar” cuentan con una cadencia que pudiera considerarse subliminal. No llevan un ritmo que se repita y actúe como el indicador de algún cambio estructural, pero resulta fácil seguirlas pues su proceso evolutivo es meramente lineal. Probablemente se extrañe la variedad que se hacía presente en las obras anteriores, ya que sus estructuras contaban con más altibajos, pero la solidez y la reserva que ahora permean las creaciones de Anáhuac es digna de celebrarse.