SABOR Y RITMO
TOP DISCOS PARA BAILAR (RECOMENDADOS POR UN REPRIMIDO HOMBRE DE HOJALATA)
por: Jorge Castro, editor
Sometimos a nuestro editor a uno de sus propios experimentos para que nos compartiera un top de discos bailables, ya que nuestro querido fundador no es muy conocido por mover el cuerpo.
La gente que de verdad me conoce, sabe que son contados los géneros que no disfruto del todo, pero que aún cuando ese es el caso, me puedo permitir apreciar ciertos aspectos, incluso si esto requiere un desapego total de la experiencia emocional que estos brindan para sólo enfocarme en lo técnico. A pesar de esto, hay ciertas estéticas que se suelen asociar con más frecuencia a mi persona -o que se me suelen adjudicar- y me resulta un poco extraño que éstas rara vez tengan qué ver con piezas u obras que se puedan considerar bailables; una cosa es que no sepa bailar y otra muy diferente es que rechace todo lo que incite a la desinhibición motora guiada por un insistente ritmo.
Con lo que sí tengo un problema -y tal vez sea esto lo que cause dicha confusión- es con la música insípida que es bailable por el simple hecho de que la/el artista quiera complacer y quedar bien con un público que no pide mucho. Sin embargo, debo aceptar que eso se puede aplicar a cualquier género. Cuando algo tiene éxito se vuelve en una estética o en un recurso del cual una/uno se puede colgar para apelar por los intereses de cierta demográfica. Ya lo dijo T-Bird en The Crow “[…] The idea has become the institution, boys…” o Crass en la idea principal de “Where Next Columbus?”.
Ya sea Madonna o Peter Brötzmann, Miguel Bosé o Merzbow, lo que aprecio es la sinceridad o el aporte que el/la artista en cuestión le brinde a la música en general. Probablemente sí tengo una predilección por lo atonal, estridente y las composiciones que tienden incomodar al público, pero así como puedo sumergirme en el espeso catálogo de Skullflower o Unwound, me adentro con el mismo interés a sellos como Batov Records o The Bunker New York.
Las obras que comparto, a pesar de tener la distinción de hacer que esta persona neurótica y reprimida quiera moverse sin cesar, también son obras que aportaron (o están por aportar) algo más que sólo ritmos para abrir pista.
EMMA BALOKA - FREEDOM (1982)
Una gema perdida del disco-funk nigeriano, que fue desenterrada por Kêtu Records en el 2018. A primera escucha, tiene todo lo que puedes necesitar para el preludio de una buena resaca: bajos que galopan con ese inconfundible groove que se da al alternar entre una nota y su octava, acordes de guitarra rasgueados en síncope y una batería en perfecta sincronía con todo lo demás; Freedom tiene todo el starter kit para la fiesta y tal vez eso es lo que le reste personalidad, pues no contraste demasiado si se compara con obras occidentales de la misma época ya que recurre al mismo lenguaje y estética musical, sin embargo, la homónima “Freedom” y “Sweet Darling” alteran un poco la fórmula con ritmos un tanto tropicales y una incursión al r&b respectivamente. Lo más importante, es lo que este movimiento musical representó para Nigeria en aquel entonces: crecimiento, prosperidad económica y diversidad cultural. 7/10
RUBIO - PEZ (2018)
Entiendo que este no es precisamente un álbum de baile como tal, pero la gran mayoría de las piezas en Pez tienen -especialmente en sus coros- contagiosos ritmos que toman de varias corrientes de la electrónica y las fusionan en un exquisito pop mutante. Admito que, hasta la fecha, no puedo evitar brincarme “La Llamada”, pues su uso del trap me resulta muy estándar (aunque su producción es bastante buena), y mi tema favorito es “Luz”, el cual puede que sea el más lánguido dentro del álbum, pero estaría mintiendo si digo que la primera vez que escuché Pez, no me vi obligado a repetirlo una y otra vez para moverme al ritmo de “Hacia el Fondo”. Incluso los tracks más tranquilos como “Coral” y “Luz” tienen una fuerte y magnética carga rítmica. La producción es clara y está llena de ingeniosos detalles, las canciones están muy bien escritas, el balance en la fusión de estilos está magistralmente manejado. Todo eso le valió un spot en nuestra retrospectiva del 2018. 8/10
DESTROYER - KAPUTT (2011)
Dan Bejar crea un irresistible y narcótico metraje que te lleva consigo desde el primer resonar de la tarola en la abridora “Chinatown”. Kaputt es sofisticado y de buen gusto, pero tiene una ligereza y cierto aire irónico (sin sonar hipster) que pudiera hacernos creer que Bejar realmente no se lo está tomando tan serio a pesar de tratarse de una de sus mejores entregas; los coros femeninos suenan un poco cheesy al igual que el saxofón, pero es parte del encanto y en ningún momento su presencia se vuelve tediosa y si algo qué resaltar, es la composición de las canciones. La base melódica y las secuencias de acordes cambian discreta y elegantemente en más de un track y la producción le da oportunidad a cada instrumento de brillar sin acaparar mucho el foco de atención. La soltura juguetona de Kaputt es contagiosa y puede que te inspire a comprar una botella barata de champagne, vestir de traje o un vestido de coctel, y salir a dar la vuelta mientras bebes en una copa de plástico, sin importar qué tan fuera de contexto estés. Así se siente este álbum y es genial. 8.2/10
JAMES CHANCE & THE CONTORTIONS - BUY (1979)
The Contortions nace dentro de la pestilente y decadente vorágine que fue el no-wave, de la cual también emergieron proyectos como DNA, Theoretical Girls, Lydia Lunch y Swans, con sus abrasivos ensayos sonoros que exploraban las virtudes de la fealdad y la atonalidad en la música, tratando de reivindicarlos como atributos válidos y necesarios para la expresión. James Chance destacaba del resto, ya que la mayoría de las demás agrupaciones, dentro de toda su experimentación y rechazo a los estándares, seguían sonando un tanto punk; la mejor manera de describir a James sería como una contraparte bizarra de James Brown. Buy te hace querer bailar, pero de manera desquiciada, dando vueltas sin dirección aparente y sin importar si terminas mareado, golpeado y sangrando; esto es funk disonante, crudo y absurdo. Aunque podemos reducir el statement de The Contortions con la abridora “Designed to Kill”, con su saxofón free jazz, sus horribles triadas, el bajo inquieto y la voz maniaca de Chance, la idea principal de este álbum -y de la obra de James en general- se resume perfectamente en este fragmento de “I Don’t Want to Be Happy”: I prefer the ridiculous to the sublime. 8.4/10
VARIOS ARTISTAS - PERÚ MARAVILLOSO: VINTAGE LATIN, TROPICAL & CUMBIA (2013)
Una ardua labor de investigación sobre la ferviente escena tropical de los 60s y 70s tuvo como resultado este delicioso compendio donde la salsa y cumbia se mezclan con jazz e incluso con un poco de esa cruda psicodelia tan representativa del Perú. Tal es el caso de temas como “El Chacarero” y “Bailando en la Campiña” por los Los Gatos Blancos y Los Orientales respectivamente, en donde el twang de las guitarras dice garage rock, pero la sección rítmica es totalmente guapachosa. También tenemos “La Cumbia del Pacurro”, la cual fácilmente podría pasar por un tema de Altin Gün o de Chicano Batman. Es fácil perderse en las figuras trazadas por las incesantes líneas de bajo en cada pieza y en la interesante fusión estilística que, como pasó con muchos géneros que cambiaron el rumbo de la música, nace a partir de un gran tumulto socio-político. 8.5/10
KONONO NOº 1 - CONGOTRONICS (2004)
Si al momento de darle play, este álbum no te incita al movimiento, tienes bastantes cosas que re-evaluar en tu vida. La frescura con la que Congotronics se mueve a lo largo de sus siete tracks es altamente contagiosa por su energía y la originalidad de su sonido; incluso el nombre del álbum hace alusión a un híbrido cultural, el cual sólo creció con el tiempo y se ha mantenido con vida gracias a la fértil escena electrónica en África. Konono Noº 1 representaba un paso hacia la modernidad pero sin abandonar del todo sus raíces, con sus instrumentos hechos a mano, el uso de lamelófonos (instrumento tradicional africano) eléctricos y letras en su lengua natal. La sincronía de los tres músicos encargados de ejecutar los lamelófonos junto con las percusiones (la cual también tiene elementos endémicos) es envidiable y el timbre de los instrumentos se volvió tan reconocible, que cualquier otra agrupación que se atreva a usarlo prácticamente debería darle regalías al conjunto congolés. 8.5/10
RANDY BARNWELL & PAUL BOWLES - MOROCCAN TRANCE MUSIC: JILALA AND GNAOUA (2013)
Un registro etnográfico de la música tradicional de Marruecos, con un énfasis en aquellas piezas ceremoniales que buscaban incitar un estado de trance entre los participantes. Las grabaciones compiladas van desde celebraciones nupciales en plena calle (“Jilala Wedding Procession”), cánticos religiosos (la triada compuesta por las piezas “Jilala de Tanger”) y piezas ritualísticas (la serie “Gnaoua de Abdenbi Binizi”). Moroccan Trance Music también guarda el registro de prácticas musicales que desaparecieron debido a urbanización y modernización de la ciudad de Tánger, tal como es el caso de la viñeta “Ghaitta and Drums/Blind Musician Jemaa El Fna” la cual fue grabada en el techo de la Gran Mezquita de Tánger; resulta aterrador saber que eso no se volverá a escuchar en su estado original. La música del continente africano siempre se ha distinguido por su énfasis en el pulso y la ejecución de las piezas deja claro la gran capacidad rítmica de los músicos. Queda claro que este no es exactamente el tipo de disco que se pondría en una fiesta o en una reunión casual, sin embargo, yo cuestionaría el por qué… después de todo, esta es música de celebración, ¿no es así? En tu próxima reunión, utiliza este disco para corroborar la veracidad tras la supuesta melomanía de tu amigo/a que “escucha de todo”. 8.7/10
VILLAELVIN - HEADROOF (2020)
La artista sonora Elvin Brandhi emprende un viaje a Kampala, Uganda para enclaustrarse con el colectivo Nyege Nyege y de las sesiones musicales que se dieron al tener a tanto talento reunido (aparte de Elvin, los productores estrella Oise y Don Zilla aportan con lo mejor de sí) se engendra Headroof: una quimera compuesta de grabaciones de campo altamente procesadas, sampleos de patrones rítmicos africanos ejecutados en percusiones tradicionales, versos improvisados por raperos locales de la talla de Hakim, y mucha, mucha energía. Sin duda esta es una obra obtusa y un tanto extraña, pero su groove nunca se ve amenazado por sus estructuras abstractas; esto sucede gracias al énfasis de la producción en resaltar las frecuencias bajas, tal y como se puede apreciar en “KALOLI”, la pieza con más duración dentro del álbum. De principio a fin, Elvin brinda una masterclass en manipulación y en la creación de collages sonoros; el tema “ETTIQUETTE STOMP” funciona como uno de los mejores ejemplos. Headroof es una polifacética obra que resalta el talento de cada una y uno de los que estuvieron involucrados en su creación, y representa la deconstrucción de la música para antros (club music) de la escena de Kampala. 8.9/10
THE METERS - LOOK-KA PY PY (1969)
Considerados como una de las piedras angulares del funk, The Meters crearon una de las obras seminales del género en apenas su segundo disco, Look-Ka Py Py. Todos los tracks tienen elementos que después fueron adoptados por un sin fin de proyectos, pero sin duda, piezas como la canción homónima al disco, “Little Old Money Maker” y “9 ‘til 5” cuentan con los staples más reconocibles. Lo que siempre distinguió a The Meters fue su capacidad para equilibrar lo técnico con una ejecución despreocupada; ese balance está a todo fulgor en esta placa. No creo que se pueda decir más sobre este álbum que no esté escrito en alguna publicación de otros medios, Look-Ka Py Py es todo un clásico. 9.5/10
FELA KUTI - EXPENSIVE SHIT (1975) / WHY BLACK MAN DEY SUFFER (1971)
¿Por qué dos álbumes en el mismo spot? ¿Por qué no? Es mi top y me puedo dar el lujo de hacerlo. Je. La verdad, es que muchos discos del catálogo de Fela Ransome Kuti se sienten muy breves por contar con pocas canciones. Aparte, al igual que pasa con Look-Ka Py Py, ¿qué se puede decir respecto a Expensive Shit que no se haya dicho ya? Esa placa está muy bien posicionada en el panteón de discos clásicos y, al igual que la extensa obra de Fela, ha sido sujeta a varios análisis retrospectivos por su importancia, por lo que sería redundante el tratar de exponer el por qué de su grandeza. Sólo puedo limitarme a decir que, desde la primera vez que lo escuché -y hasta la fecha- me es casi imposible no moverme en cuanto la sección rítmica de “No Water No Get Enemy” entra en escena después de ese -ya clásico- conjunto de tres notas en los metales. Por otra parte, Why Black Man Dey Suffer es un disco que usualmente queda enterrado bajo obras más reconocidas, a pesar de contar con el virtuosismo de Ginger Baker en la batería. Obviamente esto no se trata de “el show de Ginger”, por lo que su ejecución es bastante reservada, pero su distintivo sello jazzístico queda en evidencia en ligeros destiempos que parecieran descarrilar el tema entero, pero que en realidad sólo le dan un toque extra de sabor. 20/20