Sunnesther

Bullets to Heaven


SCORE: 9.4

 
 

Bullets to Heaven es un collage en el que el movimiento, la quietud, el desasosiego y la melancolía se unen a través de diferentes estilos, y si bien puede llegar a sonar como dos álbumes diferentes, hay un hilo temático subyacente.

Desde principios de 2020, la productora afincada en Hidalgo, Sunnesther, había jugueteado con la idea de un ambicioso lanzamiento, y después de un año y medio finalmente podemos escuchar el resultado del constante ir y venir entre la seguridad y la duda. Para la artista, el proceso para llegar hasta aquí fue tumultuoso por decir lo menos, tratando de que el álbum saliera a través de un sello de renombre como Kranky, quienes determinaron que su trabajo necesitaba ser un poco más pulido. La idea original del álbum era lo suficientemente ambiciosa como para abarcar dos horas, pero terminamos con algo más concreto, pero bastante diverso. Sunnesther había estado incursionando en otros géneros, perfeccionando sus habilidades de producción, y los resultados son sobresalientes.

Bullets to Heaven es un collage en el que el movimiento, la quietud, el desasosiego y la melancolía se unen a través de diferentes estilos, y cada pista es un pequeño fragmento de una escena que no podemos descifrar por completo. En la primera mitad, podemos escuchar una ligera desviación del ambient desconcertante y del drone al que Sunnesther nos tiene acostumbrados. Esta parte no es tan oscura como las entregas anteriores, pero no signifique que desborde felicidad. Podemos escuchar muchos ritmos inspirados en el hip-hop que, mezclados con las texturas granuladas y los sampleos, le dan una especie de vibra Earl Sweatshirt-Boards of Canada. Sigue siendo inquietante, pero con un aire distinto y muestra la madurez que Sunnesther ha desarrollado desde The Hatred Tapes y Miata.

Sin embargo, una vez que comienzan "Stay Awake" y "2001", regresamos al sonido habitual de Sunnesther -una combinación de texturas aterciopeladas a lo Basinski y saturación inspirada en Tim Hecker- con ese giro tan idiosincrásico que la artista da a la mayoría de sus creaciones: una yuxtaposición de belleza, tristeza y violencia. El sample "DROP THE FUCKING KNIFE!" en "2001" resuena como si se tratase de un track por Whitehouse o Deathpile, y lo hace en medio de un drone templado, pero distorsionado.

Hay un hilo temático y un propósito detrás del abrupto cambio de dirección de la segunda mitad. Se siente como haber encontrado la paz en la soledad (o tal vez incluso en la muerte), ya que en su mayoría carece de ritmos y diálogos. Justo antes de "Stay Awake", tenemos elementos de post-rock, drone, ambient, trip-hop, con cortes más animados, mientras que este lado nos sumerge por completo en profundas meditaciones de ambient. La tríada "Puno-Detepol-Kanye West" es un santuario auditivo sublime, que nos resguarda de la decadencia que vino antes y nos da la fuerza para continuar a través del desasosiego que está por llegar. Bullets to Heaven se puede sentir como dos álbumes diferentes, pero no se siente como dos artistas diferentes forzando su presencia en un espacio reducido.

Con su duración de poco más de una hora, este no es un álbum tedioso. Esto se debe a que la mayoría de las canciones son bastante cortas; en algunos casos, esto llega a obstaculizar su desarrollo, pero ninguna pista se siente incompleta y las intenciones de la artista son claras y se reflejan sin problema.

No sería un álbum de Sunnesther sin esa angustia emocional que ha distinguido su trabajo hasta la fecha, y Bullets to Heaven es matizado pero coherente en ese sentido. Ambos lados del álbum son fascinantes e intrigantes, y la productora podría ir en cualquier dirección que elija para futuros lanzamientos. Con suerte, el álbum recibirá la atención que merece, ya que representa una nueva cara del ambient y del drone hecho en México, abanderada por una generación más joven y que se centra más en su mensaje subyacente y poder emocional, que en equipos o técnicas llamativas. Con un poco de suerte adicional, esto puede empezar a desviar la atención de la insípida estética whitepassing y reciclada del indie mexicano.