lucreciadalt.jpg
 

Lucrecia Dalt

No Era Sólida


 
 

por Ángel Ixuk

Después de una colaboración con Aaron Dilloway y una colección de b-sides de sus sesiones para Anticlines, Lucrecia Dalt nos comparte No era sólida, un álbum donde no hay armonía, no hay continuidad, pero hay orden entre el caos.

Gloria Anzaldúa trajo al mundo corpóreo a Leyla; en su poema “Interfaz” describe el proceso. Lucrecia alumbra a Lia, inspirada en dicho poema, y nos regala No era sólida para viajar con ella a través de esa ruta hacia su expansión, autodescubrimiento, diálogo y encuentro con el mundo.

Lucrecia Dalt crea un universo nuevo, y con él su propio lenguaje, entre ondas de sonido, reiteraciones y palabras ininteligibles. Flotamos con ella y con Lia, pasamos de un estado a otro, desde la turbulenta invocación de “Disuelta”, hasta el diálogo nítido de un ser transformado, liberado, y consciente, en la pieza final homónima “No era sólida”. Encontramos durante el transcurso un lamento/susurro, un ritual de transmutación a la voz del encantamiento “la música, la música, la música” en la pista “Coatlicue S., salimos de ahí enérgicamente, presenciamos el desierto, las serpientes de la Coatlicue retorciéndose en el piso, el desconcierto, la violencia; en fluctuaciones inesperadas, pulsaciones y oscilaciones electrizantes.

Cada canción parece una pieza suelta hecha para trasladarnos a un espacio frío y desconocido ¿De qué otro modo puede percibir el mundo una creatura nueva? No hay armonía, no hay continuidad, pero hay orden en el desorden. Cada fragmento es una exploración distinta, un momento singular, necesario para llegar al próximo; como las estaciones, como las etapas de una existencia. Nos dibuja un paisaje, nos propone sensaciones no siempre placenteras, cada elemento está finamente orquestado, la producción es meticulosa. Se percibe el intenso trabajo desde la concepción de la idea, logrando así un álbum coherente con su discurso y ejecución que suma a la producción sonora de su creadora.