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Roberto Romero Molina

Serendibite


SCORE: 8.7

 
 

A través de un intrincado proceso que involucra grabaciones de campo, cintas, samplers y juegos de frecuencias, R.R. Molina usa el sonido como un microscopio. El resultado es un conjunto de largas piezas que exigen toda nuestra atención para poder apreciar todo lo que acecha a nivel molecular.

La obra sonora de Roberto Romero Molina siempre ha explorado aquello que tiene a eludir la percepción; en ese sentido, sus piezas son casi subliminales. Sin embargo, a pesar de toda su sutileza, éstas siempre se sienten enormes. Esta es una característica de la que carecen muchos/as artistas que se hacen pasar por ambient, ya que parecen conformarse con sólo mantener un acorde durante más de cinco minutos, agregar algunos cambios de modulación y listo. Todo esto, por supuesto, lo hacen con equipo súper costoso que no será usado adecuadamente hasta más adelante, y eso es si realmente se adentran en este tipo de práctica sonora por razones que vayan más allá de simplemente seguir una tendencia. Incluso si esos tracks terminan sonando bien, casi siempre carecerán de sustancia.

El nivel de profundidad que Roberto Romero Molina logra en su obra, sólo puede obtenerse mediante un meticuloso tratamiento sonoro combinado con un sentido de propósito. Cada floritura auditiva, no importa cuán imperceptible sea, no está ahí sólo por cómo suena y encaja, sino por lo que representa para todo el conjunto. Su álbum de 2015, Serendibite, no es una excepción a esta regla y, sin embargo, como dice el propio artista, pasó desapercibido; sin embargo, al igual que los detalles que se esconden debajo de los paisajes sonoros que contiene, vale la pena desenterrarlo y analizarlo.

El concepto detrás de Serendibite justifica su naturaleza de múltiples estratos: cada pieza lleva el nombre de un mineral, se sienten como si estuviésemos escarbando, revelando detalles enterrados a medida que vamos quitando la tierra. Serendibite ofrece texturas sónicas brillantes y alargadas que se sienten como si estuvieran haciendo zoom en los minerales mismos a un nivel molecular. Las pistas tienen movimientos escasos y repetitivos, pero incluso en sus momentos más estáticos, tienen algo que revelar. Así como Gaspar Peralta -con quien Roberto ha tocado fantásticos sets improvisados- ha dicho sobre el drone, afirmando que espera que “el público encuentre algo nuevo en cada repetición”, Molina siempre recompensa nuestra espera.

Serendibite es el resultado de un intrincado proceso que involucró grabaciones de campo, cintas de carrete a carrete, samplers y, como dice Romero, mucho escarbar, pulir, quitar, agregar y quitar nuevamente; sinceramente, se nota. Desde que se abre el álbum, “Anthracite” se despliega lentamente ante nosotros, comenzando con subarmónicos y una frecuencia de rango medio que chocan suavemente, creando una pieza de graves pesados ​​que se siente cavernosa y profunda, pero que le permite el paso a algunos rayos de luz. “Amphibolite" tiene un barniz más brillante, y nos deja más espacio para respirar; incluso tenemos un indicio de estar más cerca de la superficie dado por sutiles samples (podemos escuchar tierra y piedras).

Con el track titular volvemos a excavar al subsuelo, pero, a diferencia de la primera pieza, no llegamos a profundidades sofocantes. “Serendibite” tiene una cadencia más pausada, lo que permite que las frecuencias bajas, medias y altas se noten por sí mismas, en lugar de luchar por ser descubiertas. Esta intermitencia puede costarle algo de inmersión, pero se conecta muy bien con la pista final, la cual nos envía directo al núcleo de la Tierra. Su andar es aún más pausado, el sonido es más denso y podemos escuchar un sample que nos hace sentir . Molina utiliza con eficacia subarmónicos y pulsos palpitantes para crear la sensación de profundidad, y la forma en que termina el álbum, con un breve beat que suena por sí solo, le da bastante ímpetu.

Podríamos poner este álbum como música de fondo, pero nunca he visto el sentido de hacer eso, especialmente con piezas que brindan una experiencia auditiva extremadamente vívida. Todas las pistas exigen nuestra plena atención para captar la sutileza de todos esos detalles cuasi-subliminales que se esconden a lo largo del álbum como rocas preciosas… digo, minerales