MÉXICO INDEPENDIENTE: Un(a queja) addendum a esa lista de Rolling Stone

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Rolling Stone involuntariamente demuestra que lo independiente debe traer consigo cierto nivel de prestigio y glamour para ser tomado en cuenta, lo cual no siempre es posible al tratarse de proyectos que vienen de la austeridad, y si no estás en el radar de lxs niñxs indie, tu proyecto no existe por más autogestivo que este sea.


 

DISCLAIMER: Fuera de las quejas de siempre respecto a algunos géneros que se ejercen en la escena nacional, el siguiente texto no es un ataque hacia la autora; simplemente se trata de una observación general, con la intención de generar diálogo y debate entre la audiencia.

 

La definición de “música emergente” e “independiente” que la revista Rolling Stone (o al menos la autora) nos presenta en esta extensa lista termina por remarcar esa nefasta y triste negligencia que se tiene por aquellas prácticas que brindan alternativas estéticas, que han estado gestándose desde el subsuelo y que han germinado un sin fin de proyectos.

Obviamente no se iban a enfocar solamente en las corrientes alternas al status quo, pero si la intención era armar un panorama del México independiente, desafortunadamente la balanza se terminó inclinando hacia lo obvio. Vaya, hasta me veo compelido a abogar por la inclusión de proyectos de los cuales no me considero seguidor más allá de una postura “profesional”, pero que sin duda califican como emergentes, independientes, o que en verdad han tenido muy poca exposición mediática y que se verían bastante beneficiados con la difusión por parte de una gran casa editorial como lo es Rolling Stone.



Se habla de lo emergente y muchos de los nombres que figuran en la lista son de bandas que Noisey ya alabó hace más de cinco años (cuando realmente eran emergentes) y que han sido mencionadas en miles de medios hasta el cansancio. Esta escena no está emergiendo, lleva años monopolizando la estética nacional con un indie pudiente, así como con shoegaze, dream-pop, synth-pop y krautrock que muchas veces son bastante insípidos. 



¿Por qué ignorar la electrónica amorfa y dislocada de artistas como KOI, Todas las Anteriores o Bioluminik? Después de todo, ¿qué han hecho sino seguir poniendo a las mujeres al frente de prácticas como el live coding? ¿Dónde queda el free jazz de la dua Planta un Árbol o la improvisación de Alda Arita, quienes continúan el legado de una pionera como Ana Ruiz? ¿Se va a mencionar a Policías y Ladrones o Señor Kino por enésima vez, pero se va a dejar fuera a autoras/es de prácticas menos blandas y más idiosincrásicas como Sunnesther o Gibran Andrade? Ya ni hablar de la gestión socialmente consciente de OTONO, o aquella sin fines de lucro por parte de Virtual Soundsystem, así como todo el movimiento vaporwave que México ha mantenido con vida por más de media década.




Incluso, representantes experimentales de los litorales más cercanos a la superficie como Concepción Huerta, Vyctoria, Tajak, Mabe Fratti y Leslie Garcia (Microhm) quedaron completamente omitidas/os, sin siquiera una escueta mención honoraria a pesar de sus aportes que van más allá de la música, tomando la forma de festivales, sellos y espacios para la música en vivo.



En cuanto a géneros de corte más afilado, a lo más que se apunta es al stoner o al “noise” conjurado por bandas de la redundante estirpe shoegazera. ¿Qué hay del metal incómodo que sellos como Silentium in Forestia o Conclave Curatorial ofrecen? O el eclecticismo de OTCRAH Records, que lleva a su fundador a incluir pop, rap y baladas junto a su roster de noise y drone crudo. Sólo basta sumergirnos en su perfil para ver cómo trabaja y poder apreciar el nivel de dedicación que se maneja. Pero tal vez también ahí encontremos la razón por la cual esta lista trendy no lo incluye: no hay rastros de glamour; es sólo una persona promedio moviéndose por su cuenta, maquilando discos compactos y cassettes en una PC sin palancas y escasos recursos (algunxs dirían… independiente).


 
 

No es que las bandas y artistas que figuran en la lista sean de calidad nula (no hay tal cosa como la música mala, sólo música blanda), y ciertamente, proyectos como La Bruja de Texcoco, Vaya Futuro y Lorelle Meets the Obsolete tienen su lugar bien merecido, al igual que varios proyectos que no se apegan (tanto) a estéticas white passing; no obstante, parece ser que lo independiente debe traer consigo cierto nivel de prestigio, glamour y caché para ser tomado en cuenta, lo cual no siempre es posible cuando se trata de proyectos que vienen desde lo austero. De manera involuntaria, Rolling Stone demuestra que si no estás en el radar de lxs niñxs indie, tu proyecto no existe por más autogestivo que este sea.



Al final, lo que digan los medios ya poco importa, y más cuando se trata de un humilde blog que no tiene ni un décimo de la audiencia que un monstruo como Rolling Stone genera en su día a día; sin embargo, con ánimos de complementar su lista, estos son algunos sellos y espacios virtuales nacionales con propuestas que ponen (o pusieron) la mira en latitudes distintas, ya sea desde una posición privilegiada bien encaminada, o desde la austeridad:


 
Jorge CastroComment