¿En serio te gusta eso?: un intento de apología para el HNW
En un mundo donde incluso teniendo un proyecto accesible resulta difícil triunfar, el dedicarse a la no-música supone un reto cien veces mayor; sin embargo, varios artistas del movimiento harsh noise wall cuentan con largos catálogos, y aunque estos pueden ser muy similares entre sí, la intención nunca ha sido otra mas que hacer enormes y efervescentes muros de estática sin remordimiento alguno.
En la entrevista que nos concedió a principios de año, ANCO (ahora Sunnesther) menciona que uno de sus momentos formativos en cuanto a apreciación musical se dio tras “ver el meme del iceberg donde vienen muchos géneros que ni sabía que existían…”. Por mi parte, uno de mis momentos clave fue bastante similar, sólo que esto fue hace ya… algunos ayeres, y el meme en cuestión no tenía la temática de un iceberg. Este mostraba a un individuo que se iba deformando cada vez más, descendiendo hacia el fondo de la tierra, conforme los géneros fuesen pasando de lo aceptable a lo extremo.
Para mi sorpresa, esa imagen contaba con un upgrade el cual topé algunos meses después. La versión actualizada tenía un nivel más, y entre los géneros que ahí figuraban, había un nombre que por sí solo no me explicaba mucho; noise wall no me sonaba tan obvio como field recordings o Tibetan throat singing. Al realizar la respectiva búsqueda en YouTube, la primera opción que me apareció fue Claustration por VOMIR y este me dejó perplejo. La experiencia fue brutal, pero lo más extremo fue esa sensación de no saber qué había pasado. No se trataba de algo que ameritara correr a casa de mi mejor amigo para decirle “¡Wey! ¡Escucha esto!”, pues no iba a tener la menor idea de cómo “vendérselo”. De hecho, después de un poco más de diez años de esto, aún sigo sin saber cómo hacerlo.
Si alguien me preguntara si le recomiendo escuchar harsh noise wall (HNW), probablemente mi respuesta sería que no, y no precisamente porque lo considere malo; simplemente creo que hay cosas que no deberían ser contaminadas por la expectativa que genera una recomendación. Si a este hipotético ser le dijera que, a pesar de ser abrasivo y estridente, el HNW puede resultar hipnótico y hasta relajante, la reacción inmediata podría ser la de tacharme de pretencioso y, en cierta medida, debo admitir que entendería dicha postura; por otro lado, tratar de venderlo como “lo más extremo que vas a escuchar en tu puta vida” podría resultar exagerado para algunas personas. Al final, sea cual sea el pitch que se le quiera dar, lo cierto es que el HNW no es una escucha fácil.
Y entonces, ¿cuál es su encanto? A pesar de ser considerada una práctica bastante extrema, el HNW goza de un cierto nivel de popularidad. Claro, el día en que VOMIR o The Rita llenen estadios (o incluso lugares pequeños) será el mismo día en que Trump abiertamente se auto-proclame como un racista y xenófobo ante el mundo, pero no se puede negar que el culto a este peculiar género es bastante extenso y altamente dedicado. Aunque, si consideramos que Merzbow ha tenido eventos sold out, todo es posible.
A diferencia del noise “a secas”, en donde -por lo general- no hay melodía, ni ritmo, pero abundan las texturas y manifestaciones tímbricas, el HNW puede verse como la antítesis del silencio absoluto: se trata de la completa aglomeración de frecuencias que se extienden hasta que la/el artista decida pisar el freno, y el final es tan abrupto como el inicio; no hay espacio para las sutilezas ni para los matices. No hay crescendos, decrescendos ni cambios de modulación que generen tonalidades distintas. Es combustión y efervescencia eterna. Es nada y es todo al mismo tiempo; es como si se tratase de un caldo primigenio en plena ebullición. Es una vorágine sobre-saturada, que llega un punto en donde la inmersión es tal, que una nomenclatura más apta sería harsh noise tunnel.
Sin embargo, como sucede con todo género, siempre hay quienes llegan a alterar la fórmula, y aunque en este caso, las modificaciones no son tan notorias, debemos aceptar que las sutiles fluctuaciones en un álbum como The Infernal Depths (2016) por Dosis Letalis le brindan al noise wall una cara diferente. El track que abre dicha placa tiene ligeros matices que aparecen y desaparecen entre la espesa y burbujeante textura típica de este estilo. De igual manera, el penúltimo álbum de Catafalque podría considerarse noise wall, pues sigue siendo una experiencia castigadora, pero este no es tan duro; su textura no es para nada áspera. Incluso podría considerarse sedosa.
Probablemente el decir que el HNW está empezando a mostrar (leves) señales de evolución sea considerado como blasfemia; después de todo, al igual que con el black metal, el statement detrás del HNW se basa en el rotundo rechazo a varias cosas: no ideas, no change, no development, no entertainment, no remorse (similar a “no fun, no core, no mosh, no trends”) y esto es probablemente gran parte de su atractivo. Cada una/uno de los artistas involucrados en este movimiento se han mantenido fieles al caos y la estridencia.
VOMIR, The Rita, Monolithic Torment, Bug Catcher (entre otros) tienen un prolífico catálogo que se sigue expandiendo hasta la fecha, y aunque puede que sea muy similar entre sí, la intención nunca ha sido otra mas que hacer enormes y estroboscópicos muros de estática. En un mundo donde incluso teniendo un proyecto accesible resulta difícil poder establecer una carrera, el dedicarse a la no-música supone un reto cien veces mayor. Así que, toma una bolsa de basura (negra de preferencia), cubre tu cabeza con ella y deja que la saturación sonora te enclaustre en sus fauces; probablemente encuentres algo dentro del ruido.
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