25 AÑOS DE RUIDO ETÉREO: CRISÁLIDA SÓNICA

 
 

Después de 25 años, el primer compilado del colectivo peruano, Crisálida Sónica, sigue dando de qué hablar.


Cuna de una amplia gama de manifestaciones sonoras, Perú siempre ha sido un frente de innovación, responsable de introducir nuevos estilos al léxico latinoamericano, aunque por mucho tiempo su rol había quedado minimizado u opacado. Eso se ha dicho hasta el cansancio, pero no por eso es menos importante repetirlo, y menos ahora, que uno de sus secretos mejor guardados -su ferviente escena shoegaze/post-rock- cumple 25 años de haber plasmado sus ejercicios tempranos en un, ya famoso, compilado

Bajo el nombre de Crisálida Sónica, un colectivo de bandas hermanas formado por Evamuss, Hipnoasención, Fractal, Catervas, Espira, Labioxina, Girálea, Diosmehaviolado (proyecto pre Evamuss), Avalonia (que posteriormente se dividió en Fractal y Labioxina), Gélida, Magnafusa, fue forjando un nuevo rumbo en la movida local que se desarrollaba en Lima a inicios y mediados de los 90s. Este se fue gestando gracias a la llegada de discos foráneos a algunas tiendas locales, y que terminó impulsando a jóvenes curiosos a portar el estandarte de bandas como Slowdive, My Bloody Valentine, Pale Saints y Silvania (por mencionar algunas). A esto también se le unió el sonido post-rock, ese que aún estaba en su primera ola (bastante alejada del sonido incestuoso de los 2000s) y que gustaba de las texturas que se diluían en psicodelia abstracta, sonido conjurado por artistas de la talla de Seefeel o Labradford, por mencionar algunas. 


Espira en el Sargento Pimienta. Imagen cortesía de Wilder González.


Lo que queda en récord dentro de este compilado, ya es leyenda: una amalgama de sonidos y estilos que van desde entregas accesibles en vena post-punk/dream-pop o del drone-rock de Spacemen 3, hasta piezas que toman la formalidad para hacerla explotar en mil colores, explorando terrenos donde la estridencia se fusiona con lo etéreo y lo amorfo. Hay ruido descontrolado y arpegios sutiles; voces distantes y líneas melódicas dictadas por pura instrumentación; hay pasión e ímpetu alimentadas por las ganas genuinas de romper esquemas y explorar aquello que, en su tiempo, era un terreno inhóspito. Todo en pro del avance y por nutrir el inconsciente colectivo con nuevos arquetipos sonoros. 


Hipnoasención @ Bombardón. Imagen cortesía de Wilder González.

Fractal @ El Árabe Pub. Imagen cortesía de Wilder González.


En más de una ocasión, nos toparemos con momentos donde la genética de sus influencias está expuesta a flor de piel, pero es importante verlo dentro del contexto de aquel entonces: como su nombre lo indica, los artistas de este colectivo apenas estaban formándose dentro de su capullo, por lo que el tomar prestado era algo necesario para nutrirse y crear. Lo importante es que, en vez de limitarse a seguir imitando de por vida (como muchas agrupaciones actuales), tras la desintegración de Crisálida muchos de sus integrantes siguieron experimentando y avanzando hasta llegar a algo más idiosincrásico, siendo los ejemplos más sonados de esta constante evolución Christian Galarreta y Wilder González Agreda, quienes han llevado el sonido (o, mejor dicho, se han dejado llevar por el sonido) a parajes donde la experimentación, el ruido y la psicodelia abstracta convergen. Este compilado es un hermoso presagio a lo que estaba por venir, lo cual, afortunadamente, sigue siendo tan disruptivo e inspirador como lo fue en sus inicios. 



 
Jorge CastroComment